Cuando pensamos en deportes que generan desgaste articular, por lo general, recordamos inmediatamente todos aquellos que producen un impacto sobre las articulaciones, probablemente el que más recordemos sea correr. Pero, a pesar de que no vamos mal encaminados, pues es bien cierto que la carrera a pie, en todas sus variantes, genera un gran desgaste a nivel de las articulaciones, (especialmente en las rodillas, pero también tobillos y cadera), existen muchas otras prácticas deportivas que castigan nuestra movilidad, ya que las articulaciones no son otra cosa que los mecanismos que nos permiten movernos, igual que las bisagras en una puerta (quítale las bisagras a una puerta y se convierte en una pared con mango).
Hacer una lista de deportes concretos que producen desgaste articular será un ejercicio poco práctico: nos dejariamos muchos, seguro (no solo por descuido, también por desconocimiento/ignorancia), así que lo mejor, como suele pasar, será explicar la teoría y que cada uno la aplique para comprender si el deporte que practica conlleva más o menos desgaste, según el caso. Para ello bastaría agrupar los diferentes tipos, o motivos, por los cuales una articulación sufre, y cuales son los efectos más nocivos; así mismo comentaremos brevemente maneras o métodos de poder minimizar los efectos adversos del deporte, y es que cabe puntualizar sobre esto: todo lo que se usa se gasta, y cuanto más se usa, más se gasta. Es así de simple. Lo mismo ocurre con nuestro cuerpo: a medida que lo usamos se va deteriorando y, en el caso de un deportista, puede haber ciertos mecanismo que se gasten a un ritmo más acelerado que los de una persona sedentaria (que, por otra parte, padecerá otro tipo de problemas, seguramente más graves y difíciles de subsanar). Si lo comparamos con un coche es fácil de entender: cuando más kilómetros tiene el auto, más desgaste tendrá y requerirá de más mantenimiento; sin embargo si el mismo coche circula siempre por una autopista bien asfaltada no se deteriorara igual, ni a la misma velocidad, que uno que ruede por una pista de tierra batida ¿cierto? Y si ese mismo coche permanece muchos años parado, aparcado en la calle, el deterioro será distinto, pero puede que más devastador. Lo mismo nos ocurre a nosotros.
Bueno, volvamos al asunto que nos atañe, tipos de desgaste articular:
Por impacto: bastante obvio y fácil de explicar. Se trata de todo aquél deporte que tenga un impacto, o bien repetido y constante, o bien de gran fuerza, sobre las articulaciones. Dos ejemplos claros pueden ser correr (como ya mencionamos) o la halterofilia, que requiere cargar con grandes pesos que impactan, no solo al tren inferior, sino también al superior y espalda. El el caso de los corredores, ya sea en las carreras de asfalto o de montaña, los que salen peor parados son los de larga distancia: en estos casos al impacto, del propio peso soportado por el tren inferior, zancada tras zancada, se le suma el desgaste por repetición. Muchos otros deportes relacionados con el atletismo, por ejemplo el salto de longitud, presentan también un escenario similar.
En todos estos casos, el impacto es absorbido por el cartílago, que justamente tiene la función de amortiguar al menos parte de la fuerza e cada impacto directo sobre la articulación; cuando se produce una lesión en dicho cartílago, mucha veces por una mala práctica del deporte en cuestión, o por no tomar las medidas necesarias en cada caso (cada caso es un mundo), se producen lesiones como la condropatía de rodilla, por ejemplo.
Por repetición o exceso de uso: esto incluye otra vez deportes como la carrera a pie, donde se produce una repetición constante pero, en este caso, no necesariamente debemos tener la articulación bajo un impacto fuerte o soportando grandes pesos. Un ejemplo claro son los deportes de raqueta y el codo. Si bien el conocido “codo de tenista” es una afección de los músculos que unen la articulación del codo, ésta a su vez también sufre y se resiente. Otro deporte, que además tiene fama de no ser en absoluto nocivo par las articulaciones pero que, en realidad, puede ser bastante lesivo en este sentido, es la natación: De hecho los hombros y las rodillas son las articulaciones más afectadas en este caso: las lesiones de hombro en nadadores de largas distancias son muy comunes, lo que se conoce como “hombro del nadador” que es en realidad una tendinitis del manguito rotador La “rodilla del nadador”, que se presenta en nadadores que practican la modalidad de braza, siendo una inflamación de la articulación por la amplia patada y rotación externa que se produce una y otra y otra vez.
Estos ejemplos dejan bastante claro que, aunque los deportes que estemos practicando no impliquen un impacto, la repetición también conlleva un desgaste y, por consiguiente, lesiones o dolencias de las articulaciones.
¿Cómo podemos prevenir lesiones?
Es difícil dar una única respuesta válida para todos, pero sí podemos hablar de conceptos.
- Practicar bien el deporte en cuestión: nadar, correr, jugar a tenis… Todo requiere de cierta técnica. Esto implica usar material adecuado, y realizar los movimientos de forma correcta. Si ponemos como ejemplo la carrera a pie, no podemos salir a correr con una zapatillas cualquiera, debemos escogerlas bien, teniendo en cuenta nuestro peso, nuestro pie, nuestro tipo de zancada (pronador, neutro o supinador), y además hemos de depurar la técnica de la carrera, manteniendo una postura adecuada que nos asegure la mejor dinámica de los movimientos. Y así en todos los deportes.
- Tener una preparación física que se adecue al deporte e intensidad con el que lo vamos a practicar. Si seguimos usando la carrea a pie como ejemplo, no podremos salir a correr si padecemos de un gran sobrepeso, ya que esto nos acabaría perjudicando más que ayudarnos: tendremos que buscar alternativas que nos permitan llegar a las condiciones apropiadas para empezar a correr, por ejemplo hacer largas caminatas o el uso de elíptica.
- Calentar antes de empezar un ejercicio y realizar los estiramientos necesarios al terminar.
¿Cómo nos pueden ayudar los suplementos alimenticios?
Complementos como el colágeno o el magnesio ayudan a mantener en forma nuestras articulaciones. El colágeno es una sustancia muy común en nuestro organismo, presente en piel, huesos, cartílago… Sin embargo a partir de cierta edad (los 30 años), el cuerpo deja de producir /sintetizar colágeno, por lo que es importante ingerirlo, ya sea en alimentos o en suplementos específicos, para poder mantener “la máquina siempre a punto”. El colágeno da elasticidad a nuestra piel, refuerza el tejido cartilaginoso, y además tiene un efecto anti inflamatorio (lo cual ayuda a reducir el dolor de articulaciones),
El magnesio y el manganeso son otras dos sustancias que, sin lugar a dudas, ayudan a nuestro sistema articular. El magnesio forma parte de las membranas celulares y de la estructura ósea; equilibrando con el calcio facilitará la absorción de la vitamina D, que fortalecerá nuestro esqueleto, lo cual combate la osteoporosis, pero también los calambres musculares, tirones, algo muy útil para un deportista.
El manganeso contribuye a la formación de hueso, tendones, cartílagos y ligamentos, además de ser un excelente antioxidante. Otra vez, está muy indicado en osteoporosis, pero también para prevenir/tratar tendinopatías, muy comunes en todos los casos que ya hemos comentado, y en la artrosis (incluyendo la artrosis por repetición).
Fuentes de las imágenes: Photo by Clem Onojeghuo on Unsplash, Photo by Maarten van den Heuvel on Unsplash, Photo by Alexander Redl on Unsplash